Las plazas y calles se decoraron para la ocasión. La bandera argentina se apreciaba en balcones, ventanas y ventanas de casas dispares. Se esperaban fuegos artificiales, actividades en clubes, veladas en teatros y hasta la llegada del presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de Alvear. Era 1925 y Rosario, ciudad sin fundación, había decidido por primera vez celebrar sus orígenes.
La conmemoración del bicentenario fue una iniciativa presentada en 1924 por el edil Calixto Lassaga, quien propuso establecer los orígenes de Rosario el 27 de febrero de 1725. El concejal se basaba en los escritos de Pedro Tuella de 1802, donde se mencionaba la llegada a estas tierras de Francisco de Godoy junto a un grupo de indios calchaquíes 200 años atrás.
La elección de la fecha
Tras discutir cuál sería la fecha ideal, el concejal radical Antonio Cafferata impulsó la ordenanza que determinó el 4 de octubre como el aniversario indicado, aunque los festejos se llevaron adelante durante varios días en la primera quincena de aquel mes. Recién en la década de 1940 se decidió unir la celebración con el calendario religioso y se determinó el 7 de octubre, día de la virgen del Rosario, como fecha para celebrar los inicios de la ciudad.
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Medalla del Segundo Centenario de Rosario
Rosario se prepara para los festejos
En 1925, bajo la intendencia de Manuel Pignetto, la Municipalidad puso en marcha una serie de reformas e inauguraciones, impulsó obras y colocó una serie de piedras fundamentales en honor al bicentenario rosarino.
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La ciudad tenía que vestirse de gala, mostrar su pujanza, su crecimiento constante. Las bombitas eléctricas y adornos luminosos invadieron las plazas San Martín, 25 de Mayo y Belgrano, allí donde décadas después estaría el Monumento Nacional a la Bandera.
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La catedral se prepara para los festejos de 1925
Las autoridades les pidieron a los habitantes que participara demostrando su patriotismo. Desde los balcones y ventanas de los hogares debía mostrarse, orgullosa, la bandera celeste y blanca. Algunos vecinos se hicieron eco de la propuesta y sacaron a relucir sus insignias. Otros aprovecharon para demostrar sus raíces, por lo que las banderas italianas o españolas se veían en algunos hogares.
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El 3 de octubre de 1925 la estación del ferrocarril Rosario Central, donde varias décadas atrás había funcionado el viejo cementerio y hoy se encuentra la Isla de los Inventos, amaneció con adornos y ornamentos. Su andén revelaba un inusual clima festivo y el espacio rebosaba de expectativa. La terminal se había cerrado al público porque, en pocas horas, llegaría allí el presidente de la Nación, Marcelo T. de Alvear, junto a su mujer Regina Pacini y un grupúsculo de ministros con el fin de festejar un sorpresivo pero bien recibido bicentenario de la ciudad.
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Los festejos a través de la pluma
A las cinco de la tarde del 3 de octubre de 1925 el cronista, libreta en mano, se encuentra en el andén de la estación Rosario Central esperando al presidente de la Nación y sumergiéndose en lo que poco después tendrá que volcar al papel. Con los ojos bien abiertos, la atención está puesta en cada detalle. El evento es uno de los más importantes de la ciudad y debe registrarlo todo.
El director del diario fundado en 1867 es Carlos Lagos, nieto del ya legendario Ovidio Lagos y padre de la recién nacida Nora Lagos, la mujer que haría historia más de dos décadas después. Para él y para todo ese legado trabaja el cronista, quien escribe los primeros apuntes en su cuaderno. «El día gris, con fuerte viento y amenazante de lluvia”, apunta.
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Multitud y ornamentos en calle Corrientes tras la llegada del presidente Marcelo T. de Alvear
El cronista escribe de manera desordenada y veloz: “17.10 llegaron las autoridades locales. Se encuentra la Comisión de Damas del Segundo Centenario para recibir a la señora Regina de Alvear. Aparecieron aviones de la escuela militar que provocaron exclamaciones de los presentes”.
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Según sus registros, a las 17.20 ingresó el tren presidencial adornado por guirnaldas, piloteado por Francisco Sabios y fogoneado por M. Daglioto, a quienes el presidente, vestido de traje, saludó y dio la mano cordialmente. Continúa escribiendo datos breves que le servirán más tarde para redactar: “Alvear marcha lento, hay aplausos de la concurrencia, la policía ejecuta la marcha de Ituzaingó”.
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Caminando hasta el palacio
Después de saludar a las autoridades locales, Alvear debe dirigirse al Palacio Vasallo pero decide que no lo hará en el auto Lincoln asignado ya que prefiere caminar. Él y la comitiva toman calle Corrientes hasta Córdoba y finalmente llegan a 1° de Mayo. Desde los balcones le tiran flores, hay aplausos, y muchos hasta se unen a la caminata del presidente.
Entrada del presidente de la Nación Marcelo T. de Alvear al Jockey Club. Col. Chuavazza. 1925_Escuela Superior de Museología
Alvear ingresando al Jockey Club en Maipú y Córdoba el 3 de octubre de 1925.
Escuela Superior de Museología
Ya en el Palacio, Alvear habla a la multitud: “Ciudadanos, podéis asegurar que llevo en el corazón al pueblo de esta ciudad”. Oficialmente comienzan los festejos del bicentenario de Rosario, que durarán hasta 12 de octubre.
Pero el cronista también observa otra cosa y anota: “Hay gente extraña en la ciudad que recorre sin rumbo fijo las calles. Bullicio, mundo de gente, entusiasmo”. Es que los festejos atrajeron a los habitantes de localidades vecinas.
El registro del cronista
Todo lo registrado por el cronista se transformó, al día siguiente, en un texto extensísimo y sus palabras adquirieron un tono rimbombante: «Podría decirse que Rosario asiste a su apoteosis. Por eso se ha vestido de gala, para recibir en este día su consagración definitiva como emporio de grandeza y de fuerza, con un porvenir magnífico que lo presiente claramente. Está de fiesta y palpita la clarinada auspiciosa de su brillante futuro. Su población se ha desbordado por todos los lugares con el brío que le da su propia y poderosa savia, sin temor a los augurios intranquilizadores de un día gris».
Discurso del presidente de la Nación Marcelo T. de Alvear al Jockey Club. Col. Chiavazza 1925_Escuela Superior de Museología.
Discurso del presidente Marcelo T. de Alvear en la cena del Jockey Club. Colección Chiavazza.
Escuela Superior de Museología
Diez días de celebración
Los festejos del 3 de octubre continuaron a la noche con un show de fuegos artificiales en avenida Belgrano y bajada Sargento Cabral. Sin embargo, la celebración se interrumpió cuando una bomba de estruendo cayó sobre la gente, mató a dos personas e hirió a diez.
A pesar del terrible hecho, los fuegos artificiales se siguieron realizando noche tras noche en distintos puntos de la ciudad: Refinería, Alberdi y Mataderos, fueron algunos de los escenarios de aquellos espectáculos.
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En el marco de la celebración del bicentenario, el 4 de octubre, el presidente Alvear colocó la piedra fundamental de la nueva estación del Ferrocarril Central Argentino. La obra jamás se realizó y aquella piedra, testigo de un proyecto ambicioso, continúa olvidada en la zona del parque ubicada en avenida Rivadavia entre Oroño y Alvear.
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Colocación de la piedra fundamental para las futuras obras, nunca realizadas, de la estación Rosario del Ferrocarril Central Argentino
Archivo Fotográfico Museo de la Ciudad
Tuvieron sus piedras fundamentales el Estadio Municipal en el Parque Independencia, el edificio de Correos y Telégrafos de la Nación, la Sociedad Protectora de la Mujeres y la Clínica del Trabajo anexa al Hospital Rosario (hoy Hospital de Emergencias Clemente Álvarez).
Bailes y fiestas
Hubo fiestas, bailes, almuerzos, cenas, desfiles, procesiones, actos literarios en escuelas, conciertos en el Empire Theatre, carreras en el Hipódromo y hasta estatuas nuevas, como aquella ubicada en Oroño y Córdoba donada por la colectividad francesa, o Diana La Cazadora, concedida a la ciudad por el Jockey Club y emplazada originalmente en el Rosedal y hoy presente en Oroño y Montevideo.
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Imagen de 1938 que muestra el Gladiador Borghese, estatua colocada en Oroño y Córdoba en el marco de los festejos del Segundo Centenario
Las empresas no pierden su oportunidad
Negocios y comercios aprovecharon también el bicentenario de Rosario para publicar publicidades pomposas y llamativas. El lector del diario La Capital abría el diario un día cualquiera de octubre de 1925 y era bombardeado con propagandas de lo más disímiles.
“Este hermoso auto Cadillac ocupará la señora Regina Pacini de Alvear en su estadía en Rosario con motivo del Segundo Centenario de su fundación” y agregaba: “Asegurado en la Compañía de Seguros La Mercantil Rosarina”.
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Los negocios de indumentaria también se unieron a la celebración “La prenda que usted piensa estrenar para estos días de grandes fiestas, Gath&Chaves se la ofrece en condiciones únicas de calidad y precio”.
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La agencia Fiat Rosario, cuya concesionaria se ubicaba en Mitre 1567, se enorgullecía en presentar, en el marco del segundo centenario, un nuevo Fiat Colonial Argentino, con los frenos en las cuatro ruedas.
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La empresa vendedora del jerez Lacrima Christi Portokola realizó una original publicidad donde mezclaba los orígenes de Rosario con sorteos y premios que incluían alhajas de oro. “El domingo 4 de octubre en las horas de la tarde un aeroplano lanzará 42.000 volantes numerados. Los que coincidan en la numeración con los 14 premios mayores de la Lotería Nacional, sorteo del 7 de octubre próximo, serán los agraciados”.
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Otros pusieron esmero en las palabras y más de uno le escribió un poema a Rosario al mismo tiempo que publicitaba su marca. Así lo hizo la empresa de aceite de oliva Olio Sasso: «Rosario augusta, culta y laboriosa / al cumplir tu segundo centenario / me descubro ante ti cual legionario / que va llenada una misión grandiosa. / Altiva y fuerte con tu sangre moza / proclamas tu poder y eres, Rosario / a la vez que solar hospitalario / campo profícuo de la lucha honrosa. / Desde el trópico ardiente al sur helado / todo el país te contempla embelesado / del oriente risueño al torvo ocaso. / Y entre todos tus huéspedes tuviste / lo más notable que en el mundo existe / incluyendo al finísimo Olio Sasso”.
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