En diálogo con Canal E, Antonella Semadeni, economista de FADA, analizó el presente del sector ganadero argentino, marcado por la caída en las exportaciones y un estancamiento histórico en la cantidad de cabezas de ganado.
Ganadería estancada: buena foto, mala película
“Si bien la foto es positiva, en la película estamos estancados”, advirtió Semadeni, quien destacó que pese a un contexto favorable de precios y clima, la producción, la faena y el stock ganadero no crecen desde hace años.
“En 1980 teníamos 28 millones de habitantes y 50 millones de cabezas. Hoy somos 46 millones y tenemos el mismo stock”, remarcó la economista, marcando el grave desajuste estructural entre oferta y demanda de carne. Según explicó, si el salario se recupera y aumenta el consumo interno, la falta de animales podría impulsar aún más los precios.
En cuanto al presente, Semadeni explicó que el precio del novillito y la relación insumo-producto están en sus mejores niveles en 9 años, y que las condiciones agroclimáticas acompañan. Sin embargo, “la composición de la faena muestra una alta liquidación de vientres y escasez de animales pesados”, lo que compromete la capacidad exportadora del país.
Exportaciones en baja pese a buenos precios
“Estamos con precios internacionales de la carne un 35% por encima del año pasado”, explicó Semadeni, pero aclaró que Argentina exporta menos toneladas que sus competidores. “Brasil, Australia, Paraguay y Uruguay están creciendo, pero Argentina cae en cantidades exportadas”, aseguró.
Esto se debe, en parte, a que el mercado doméstico también paga buenos precios: “El asado está 24 puntos por encima de la inflación”, señaló. Además, mencionó factores que limitan la competitividad externa, como retenciones, costos logísticos altos y un tipo de cambio poco favorable.
Consultada sobre el impacto de los acuerdos internacionales, señaló que el pacto Mercosur-Unión Europea puede ser clave, aunque requiere aprobación parlamentaria en todos los países involucrados. También destacó las negociaciones en curso con Estados Unidos, que podrían abrir mercados o reducir aranceles.
“Los cortes que van a EE.UU. promedian los 10.400 dólares por tonelada, frente a los 5.000 o 6.000 que paga China”, dijo, aludiendo a la importancia de diversificar destinos, aunque implique menor volumen.
En relación al sudeste asiático, afirmó: “Hay una mejora en el poder adquisitivo que impulsa la demanda de proteína animal, es algo que llegó para quedarse”. Indonesia, por ejemplo, aparece como un mercado con gran potencial.