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Milei tras la derrota: las tres señales que muestran que la bala entró

El mazazo que el electorado de la Provincia le infligió a Javier Milei todavía repercute en su ánimo. El Presidente quedó “grogui” después de los casi 14 puntos de diferencia que sacó el peronismo, a pesar de las encuestas previas que hablaban de un “empate técnico” con final abierto. Fue una verdadera masacre que alteró a los mercados, movió al dólar y desestabilizó los planes de un gobierno que al mismo tiempo habla de “hacer autocítica” y “no cambiar nada”, una contradicción que refleja lo confundido que está. Sin embargo, hay señales de que Milei sacó conclusiones de la derrota y que rápidamente busca dar vuelta la página. Si algo hay que reconocerle, acaso por su infancia tan sufrida, es su poder de resiliencia.

La primera señal que demuestra que la bala entró es que el Presidente corrió a abrazarse al FMI y a “mamá” Kristalina Georgieva. A través de su portavoz Julie Kozack, el Fondo dijo que bancaba a Milei a pesar del resultado y que ayudará en el control de daños. “El personal técnico del FMI colabora estrechamente con las autoridades argentinas en la implementación de su programa para consolidar la estabilidad y mejorar las perspectivas de crecimiento del país”, comentó Kozack, y completó: “Respaldamos su compromiso de garantizar la sostenibilidad del marco cambiario y monetario del programa, así como su constante adhesión al ancla fiscal y a la agenda integral de desregulación”, concluyó.

“Toto” Caputo lo retuiteó al instante, aliviado. Y el propio Milei también realizó un posteo no muy soberano que exhibe lo atado que está al organismo financiero, al afirmar que “no nos moveremos ni un milímetro del programa económico” y que “se mantienen las bandas pactadas con el FMI”, en referencia al dólar.

La segunda señal de que el Gobierno busca una reacción rápida tras la derrota es la escenificación de cambios en su organización interna, con el lanzamiento de la nueva “mesa política” ampliada que debutó el martes y que incluye a Guillermo Francos, Patricia Bullrich, Manuel Adorni y Martín Menem, además de los vértices del Triángulo de Hierro, los hermanos Javier y Karina y el asesor estrella Santiago Caputo. En paralelo, la Casa Rosada nombró como ministro del Interior a Lisandro Catalán -un hombre de Francos- y habilitó otra “mesa” para acercar posiciones don los gobernadores, que se habían distanciado.

En principio, todo muy lindo. ¿Pero no se tratará de gatopardismo, de “cambiar algo para que nada cambie”? Hay, es cierto, un detalle: ya no aparece “Lule” Menem -señalado por el Coimagate- en la nueva “mesa política”, cuando sí estaba en la anterior. Pero el que está es su primo, Martín, nexo con la droguería Suizo Argentina que servía como vehículo de las supuestas coimas del 3 por ciento.

Entonces, ¿qué cambió?

La tercera señal de que entró la bala electoral del domingo es que el propio Presidente parece dispuesto a mostrar otra actitud. Solo dos ejemplos. El fin de semana que viene tenía un viaje a España para asistir a un encuentro de Vox, pero lo canceló: no era momento de mostrarse sobre un escenario con sus amigotes de la ultraderecha ibérica. El segundo ejemplo es que, acaso por primera vez desde que es Presidente, el libertario fue el lunes y también el martes a la Casa Rosada, cuando lo usual es que se quede tuiteando y chateando desde la Quinta de Olivos. Veremos cuánto le dura este estilo tan proactivo.

La bala de las elecciones entró, no quedan dudas. El tema es cómo salir adelante.

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