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Dólar entre dos bandas: sigue después de las elecciones o viene otra fase del plan?

Después del susto en julio por el salto del 15% del dólar, el Gobierno está decidido a sostener las bandas de flotación y el apretón monetario como su principal herramental para transitar los próximos tres meses. La idea es sobrevolar la mayor volatilidad con super tasas que alienten las inversiones en pesos y eviten una mayor dolarización, aún a costa de una menor actividad y consumo. «No va a haber ningún cambio ni nada«, dijo Luis Caputo la semana pasada en el streaming mileista Carajo.

Acuciado por la pérdida de reservas, el equipo económico acordó en abril el nuevo esquema -aplicado por pocos países- junto con la salida parcial del cepo. El abandono del «dólar pisado» le permitió obtener un crédito de US$ 20.000 millones del Fondo Monetario, pero también trajo mayor inestabilidad. En ese marco, las presiones cambiarias, que el mes pasado llevaron el dólar a $ 1.380 (muy cerca del techo de la banda), abrieron un interrogante sobre la continuidad del sistema de flotación.

«Luego de las elecciones habrá que definir si avanzar hacia una flotación sin bandas con licitaciones programadas para la compra de dólares en el mercado o si corregir al alza el techo de la banda, lo que a su vez plantea otra definición: si se hace aumentando el ritmo de depreciación mensual o con un salto nominal. Y si se opta por mantener la banda, el techo habría que modificarlo antes de que el tipo de cambio mayorista se acerque a él porque si no se afectará la credibilidad del nuevo techo», señaló Daniel Artana en el último reporte de FIEL.

Las dudas surgen en un escenario de escasez de divisas. Si bien el FMI relajó la meta de reservas en la última revisión, los economistas esperan meses complicados. No solo por la dolarización preelectoral, sino también porque hay que acumular US$ 6.000 millones hasta diciembre. Para Artana, es deseable que el Banco Central compre reservas, pero si lo hace restringirá la oferta de dólares e impactará en el tipo de cambio nominal, poniéndole presión al techo de la banda.

Para contener el dólar, el Gobierno dispuso un duro torniquete con la suba de tasas en pesos en julio y el incremento de los encajes en agosto, que son depósitos que los bancos deben inmovilizar. La principal preocupación es evitar el traslado de la suba del dólar a la inflación. «Las palancas que está moviendo obligan a los que toman cobertura con dólar futuro y a las empresas a desarmar sus apuestas de dolarización, elevando el costo del dinero a plazos cortos», señaló Grit Capital Group.

En ese contexto, el JP Morgan volvió a subirse al «carry trade» con bonos duales hasta fines de 2026, después de tomarse un respiro en junio. El banco por el que pasó buena parte del equipo de Caputo -incluido el ministro- estimó que aunque persisten riesgos, el tipo de cambio se depreció 10% y las tasas nominales subieron entre 5 y 10 puntos al 40%, volviendo atractivas las inversiones en pesos para grandes fondos de inversión. En una sociedad de bolsa local, vieron movimientos en ese sentido la semana pasada.

La expectativa oficial es que las tasas de los bonos -del 4% mensual, en promedio- superen la suba del dólar y la inflación, que se ubicará en un rango del 1,8%-2% en julio y del 2%-2,5% en agosto, según las consultoras. En un banco grande de la city, creen que el Gobierno aprovechó el salto devaluatorio para «testear» el traslado a precios. «La recalibración ya se hizo, las bandas están relativamente fuertes, y el mercado descuenta que el dólar no va a pasar el techo«, explicaron.

Las bandas, en la mira

Dentro del mercado, hay otros jugadores que son más pesimistas, atentos a la posible aparición de nuevos episodios de estrés, el déficit de dólares de cara al 2026 o una nueva suba del dólar que convierta el carry trade en una mala apuesta en medio de un riesgo país cercano a los 800 puntos. «Las bandas ya fueron, tasa que flota, peso que flota, superávit primario….podes frenar con la apertura del cepo, pero no mucho mas», señaló un operador desde Nueva York.

Argentina ya transitó las bandas de flotación (zona de no intervención) en octubre de 2018. Luego del fracaso de la flotación libre implementada por Federico Sturzenegger, el experimento tuvo una corta vida de un año bajo la gestión de Mauricio Macri. Ya a los seis meses de su vigencia, el Banco Central tuvo que flexibilizar el régimen con la posibilidad de intervenir entre bandas. En agosto del 2019, el dólar rompió el techo, y luego de las PASO, volvió el cepo.

Carlos Melconian cree que el actual tipo de cambio no es de «equilibrio», ya que no genera reservas suficientes y depende de la intervención oficial en los futuros para contenerlo, manteniendo restricciones a las empresas. En ese marco, no descarta un nuevo esquema después de octubre. La eliminación de las bandas, por caso, evitaría la posibilidad de que que el Central tenga que salir a vender dólares «prestados», si el dólar testea la banda.

En rigor, las expectativas de devaluación implícitas en los contratos a octubre de dólar futuro cerraron este lunes con leves alzas , y promedian tasas en torno a 3% mensual hasta las elecciones. La cobertura asume un dólar dentro de las bandas hasta diciembre, pero se negocian contratos a $ 1.563 en febrero, por encima del techo, lo que podría indicar la percepción de un cambio de régimen no muy lejano, según LCG.

Desde el inicio de la Fase 3 en abril, transcurrieron tan solo cuatro meses. El piso móvil de la banda pasó de $ 1.000 a $ 960 y el techo, de $ 1.400 a $ 1.460. Pero para algunas consultoras, las elecciones marcarían un punto de inflexión. «Hasta las elecciones el mercado cree que se mantiene el esquema de bandas, luego empieza a haber un consenso que el gobierno recalibre«, estimó EcoGo, la consultora de Marina Dal Poggetto.

En enero, el Fondo realizará la próxima revisión luego de establecer fiscalizaciones semestrales. El organismo espera una mayor liberación del cepo, sin descartar nuevas subas de tasas. Hoy, los títulos más cortos ya rinden un 5,27% mensual en el mercado, lo que refleja una mayor desconfianza de los inversores. «Eso de no emitir nada nunca no es sostenible, tal vez vuelvan a fijar la tasa o tocar la velocidad de ajuste de las bandas«, estimó un exfuncionario del BCRA.

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