InicioEconomíaSubir la natalidad, pero quién paga el costo?

Subir la natalidad, pero quién paga el costo?

Violeta Carrera Pereyra *

En los últimos meses abundan las declaraciones oficiales respecto de la necesidad que tiene la Argentina de volver a elevar su tasa de natalidad. Las razones se mezclan sin mucha claridad argumentativa: el valor de la familia, la productividad de la pirámide poblacional, el futuro del sistema de seguridad social y la demonización del feminismo en un cóctel indistinto. Resulta evidente que las razones de la baja de natalidad son múltiples: cambios culturales, políticas públicas focalizadas y posiblemente un acumulado de ya varios años con dificultades para la proyección económica. En este sentido, no se puede eludir observar cómo viven en nuestro país las mujeres que tienen hijos y las que deciden no tenerlos. Gracias a las políticas de acceso a los derechos reproductivos, las mujeres ganaron en los últimos años muchísima autonomía sobre la toma de decisión, ya sea por acceso a información o a nuevos métodos anticonceptivos.

Resulta una obviedad, pero hace falta decirlo: en Argentina los hogares que tienen hijos muestran signos de estar claramente en una peor situación económica que los hogares sin hijos: tienden a pertenecer a los quintiles más bajos, están más endeudados y gastan más ahorros para llegar a fin de mes. Además, dentro de los hogares con hijos, no están todos en la misma: si sos una mujer a cargo de un hogar con hijos, lo más probable es que seas pobre: el 60% de estos hogares están entre los dos quintiles más pobres de la población según la EPH.

Esto se refleja en otras variables del mercado laboral: la licencia por maternidad, por ejemplo, es aún penalizada en los hechos y todas las variables que miden la calidad de la inserción laboral empeoran para las mujeres en edad reproductiva –y no lo hacen para los varones de esa misma edad–. Menos plata y peores condiciones laborales: el costo de la natalidad lo pagan las mujeres.

Como se mencionó, los hogares con hijos tienden a ser más pobres que los hogares sin hijos: el 32% de ellos está en el quintil más bajo de ingresos, frente al 11% de los hogares sin hijos. Es decir: si tenés hijos, se triplican tus chances de estar en el quintil más bajo de ingresos de la población. Esta desigualdad se acentúa si la jefatura es femenina: el 40% de las jefas con hijos están en el quintil más pobre, mientras que entre las mujeres sin hijos esta proporción baja al 13,7%.

Además, tener hijos amplía las brechas de ingreso entre varones y mujeres. Entre los hogares sin hijos, el 13,7% de los encabezados por mujeres está en el quintil más pobre, frente al 10% de los encabezados por varones: un crecimiento del 34%. Pero entre los hogares con hijos, la brecha crece al 56%: el 40% de las jefas mujeres está en el quintil más bajo, contra el 25,5% de los varones.

La coyuntura tampoco ayuda: si se contempla la evolución del ingreso per cápita real de las familias, se observa que la recuperación del ingreso –contra la aguda caída producida por la devaluación de fines de 2023– no parece haber llegado a los hogares que tienen hijos. ¿Cómo van a nacer más chicos si las familias que mejor viven son las que no tienen a nadie a quien cuidar? Solamente el ingreso de los hogares con jefatura masculina y sin hijos creció en el cuarto trimestre de 2024. El ingreso de las mujeres, en cambio, vuelve a caer. Pareciera que hoy el modelo solo cierra para los hombres jóvenes sin hijos: son, también, el grupo donde menos crecieron las variables medidas en el Informe de Estrategias del Hogar del Instituto Argentina Grande (IAG), que contempla la venta de pertenencias, el endeudamiento y el gasto de ahorro para llegar a fin de mes.

En un contexto de fuertes cambios, donde la libertad para elegir el proyecto futuro es un supuesto valor para la agenda del gobierno nacional, no puede expresarse la preocupación por la pobreza infantil sin observar en qué condiciones están las mujeres y hombres que deciden tener hijos, como si fueran fenómenos disociados.

Sobre todo, si hay una manifestación de un interés público en el crecimiento de la natalidad: si es importante para el futuro de nuestro país, resulta urgente revisar cómo se reparten los costos y tiempos de cuidado.

*Investigadora del Instituto Argentina Grande.

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