Durante las últimas semanas, y en especial en los últimos días, se intensificó una crisis política en la Casa Rosada marcada por la reiteración de vetos presidenciales y la reacción del Congreso Nacional frente a ellos. La situación evidencia una notable debilidad política del gobierno de Javier Milei, que hoy mantiene puentes cortados con los gobernadores, el Parlamento y diversos sectores sociales y sindicales, con los que prácticamente no hay diálogo.
En el último año, Javier Milei vetó nueve leyes aprobadas por el Congreso, de las cuales cuatro fueron rechazadas por insistencia parlamentaria. Esta situación es inédita en la historia reciente: desde el retorno de la democracia no hubo un presidente que sufriera tantas derrotas legislativas por insistencia del Congreso.
Históricamente, los vetos presidenciales han sido una herramienta de uso ocasional y rara vez el Parlamento logra reunir los dos tercios necesarios para revertirlos. Ejemplos anteriores muestran esta excepcionalidad:
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Carlos Menem (1989–1999): vetó más de 200 leyes en 10 años. El Congreso solo logró revertir dos de esos vetos (una ley del año ’96 que hablaba de los derechos laborales de los actores y otra que tiene que ver con el Registro Nacional de las Armas en el ’91). Menem contaba con amplias mayorías en ambas cámaras, lo que le permitía ejercer su poder de veto con respaldo político.
Fernando de la Rúa (1999–2001): emitió seis vetos, ninguno revertido por el Congreso, a pesar de gobernar con debilidad política y sin vicepresidente.
Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri: tampoco sufrieron reversiones de sus vetos.
La última insistencia previa a Milei se dio en 2010 con la Ley de Glaciares (vetada en 2008 por Néstor Kirchner y revertida dos años después durante el gobierno de Cristina Fernández).
El contraste con Milei es evidente: en apenas meses, el Congreso revertió cuatro de sus vetos, y en lapsos de apenas una semana entre el veto y la insistencia parlamentaria. Esta aceleración muestra la debilidad del Ejecutivo frente al Legislativo.
Derrotas en serie: el Congreso se volvió una pesadilla para Milei
Una estrategia de confrontación sin respaldo suficiente
Milei parece haber intentado replicar el estilo de gobierno de Menem, pero sin contar con las fuerzas parlamentarias ni la experiencia política necesarias. Mientras Menem provenía del mundo de los gobernadores y acumulaba trayectoria política, Milei carece de ese bagaje y de la red de acuerdos que sustentan la gobernabilidad.
Durante su primer año, el Congreso le permitió avanzar con varias iniciativas por una cuestión estratégica. Sin embargo, tras la derrota electoral en septiembre en la provincia de Buenos Aires, la estrategia cambió: la consigna impuesta por Karina Milei fue “violeta o nada”, es decir, romper con los acuerdos y avanzar en solitario. Este giro provocó rupturas con los gobernadores, malos resultados en Corrientes y Buenos Aires, y dejó como única excepción favorable la Ciudad de Buenos Aires.
¿Qué es lo que dice el gobierno de Javier Milei sobre todo esto? “No nos importa. Nosotros nos jugamos todo al 26 de octubre con una fe casi religiosa, ciega”. Cabe señalar que los números tampoco hasta ahora le están dando.
No hay señales de que busque recomponer puentes con el Congreso: por el contrario, intensificó las reuniones políticas y reorganizó su estrategia electoral, empoderando a Santiago Caputo en el armado de campaña. La idea es nacionalizar la elección y colocar a Javier Milei como la principal cara de la boleta, especialmente en provincias donde sus candidatos locales son poco conocidos (como Córdoba o Santa Fe).
Según el propio oficialismo, “salir bien” significa obtener más del 40% de los votos a nivel nacional, incluso sabiendo que la provincia de Buenos Aires es irremontable (la diferencia ronda los 14 puntos). De lograrlo, Milei buscaría consolidar su poder y continuar su agenda sin frenos. Si no lo logra, no existe un plan B a la vista, lo que deja abierto un interrogante clave: ¿Qué sucederá si en octubre Milei no obtiene el resultado que espera?