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Sin insultos no hay paraíso

Mientras van cerrando las listas de candidatos nacionales y se desata un debate sobre los tejes y manejes monetarios del Banco Central, el Gobierno muestra signos de lentitud en sus reacciones. Del 3 de junio –cuando se reunieron los gobernadores en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) reclamando otro reparto de fondos al oficialismo–, al 13 de agosto pasaron 71 días. En el medio, el Senado aprobó dos proyectos que le manotean algo de la caja al Ejecutivo, y que se empezó a tratar en comisión en Diputados luego de que se aprobara un emplazamiento en el recinto (el fatídico día del 12 a 0). Pasaron diez semanas para que la administración saliera a cruzar a la liga federal de los 24 con un proyecto que rompiera ese frente político.

¿Diez semanas para implementar una acción política tan elemental? Claro, en el medio los jefes de distrito resolvieron su propia ecuación electoral para octubre, nada más ni nada menos. Como señalamos la semana pasada, LLA terminó constituyendo frentes o acuerdos políticos con los mandamases provinciales en solo cinco distritos de los 16 que se podrían considerar dialoguistas. ¿Falta de reflejos?, ¿fatiga de materiales?, ¿desorientación estratégica?

Segundo ejemplo: en las últimas semanas el Central modificó dos veces las pautas de su política monetaria. Pareciera que, posacuerdo con el Fondo, el equipo económico no se termina de sentir cómodo con el nuevo esquema de flotación. ¿No le gusta?, ¿no lo siente como propio?, ¿estaba más cómodo o se sentía más seguro con el valor fijo que establecía mediante el crawling peg?, ¿o le da vértigo que no haya reservas positivas?

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Tercer ejemplo: ¿el Presidente está incómodo dejando de lado los insultos?, ¿se siente como un león enjaulado?, ¿esa autolimitación le hace perder fuerza para instalar temas o argumentos de réplica? Siempre señalamos que la agresividad no respondía solo a un tema de personalidad, sino que era un elemento esencial de su estrategia de gobierno, de modo de afirmar su carácter indomable, su convencimiento y su coraje para hacer grandes cambios. Salir de los insultos implica bajar uno o dos cambios, porque hasta sus propios votantes se lo estaban reclamando. Pero como todo en la vida, hay una cuestión de dosis. ¿Cuánta agua hay que echarle al café para que siga teniendo gusto y no quede insípido? Milei, astuto, en su última cadena nacional le puso un marco interpretativo a la acusación de crueldad que una parte de la ciudadanía le endilga: no se trataría de crueldad, sino de responsabilidad antidemagógica. Focus groups matan espontaneidad (en el acto de La Plata leyó el discurso).

Cuarto ejemplo: en la reunión con legisladores en Olivos, el Presidente –además de acordarse a las 23 que los invitados podían tener hambre después de tres horas– dio una clase de comunicación, como si fuera un media-coacher, mostrando cómo debía defenderse la gestión. Usó el video de un reportaje a Lemoine, el cual adelantaba y atrasaba para comentar cada detalle, al mejor estilo del Dr. Carlos Bilardo con sus equipos.

¿Esta lentitud de reacciones y giros estratégicos, es fruto de que las cosas no van tan geniales? Si TMAP, ¿está fallando el plan?, ¿o está fallando la realidad? ¿Será por eso que territoriales y digitales se están matando detrás de escena? Esta semana los carpetazos rondaron la UIF. Los acólitos del joven maravilla anticipan en privado un escenario peor del imaginado para el 7 de septiembre, mientras los Menem trabajan para un posmileísmo, tal cual lo anticipamos en esta columna el 6 de abril. Por otra parte, en las últimas horas se rompieron dos acuerdos electorales de LLA: el más importante es el de De Loredo en Córdoba. Dos reflexiones: 1) ¿el diputado radical imaginó que su colaboración parlamentaria sería bien pagada, después de ver la reacción de los gobernadores?; 2) ¿el Gobierno está tan seguro de que puede prescindir de aliados importantes?

En lo que fue un lanzamiento de las campañas bonaerenses para unos comicios insípidos que se celebrarán dentro de tres semanas, se produjo un inesperado consenso político: tanto Axel como el Javo llamaron a la ciudadanía a votar, señal de que ambos bandos tienen miedo de que sus potenciales votantes se queden en la casa, reservando su energía cívica para el 26 de octubre. LLA ahora está en el poder y ya no es “lo nuevo”. Del discurso en La Plata del jueves se desprende que llamó a votar contra el pasado, amparado en la comparación con el presente. ¿Y el futuro? Te lo debo.

En el campamento K está pasando lo esperable: ¿cuál es la línea de campaña?, ¿se desdobló la elección para proteger el territorio, pero la campaña está ayudando a nacionalizar el debate? Muy curioso estratégicamente. Al mismo tiempo, el cristinismo le reclama al gobernador poner más en la picota la “proscripción” de Cristina, porque obviamente Ella no puede dejar de ser protagonista en la contienda, por elementales razones de conducción política. Pero pragmáticamente junta más público despotricar contra el ajuste de Milei que debatir sobre el “lawfare”.

Los tejes y manejes monetarios se dan en un clima empresarial particular. CAME dice que la pequeña y mediana empresa lleva cuatro meses en caída. Varias empresas grandes arrojan balances en rojo, porque el consumo popular no explota. La capacidad instalada anda floja: fue el peor junio desde 2012, a excepción de 2020 y 2024. Y Ricardo López Murphy (que no es K) dijo que las empresas extranjeras se están yendo (ya son 15) aprovechando el dólar barato, lo cual hace que tampoco vengan tan rápido las inversiones (¿esperando una devaluación que las lleve a usar menos dólares?). El miedo no es zonzo: la gestión libertaria ha aumentado el gasto público un 4,6% real en lo que va del año, además de retrasar los incrementos de tarifas para que haya menor impacto inflacionario. ¿No era que se estaban tomando medidas de ajuste contrariando la tendencia histórica de los años impares/electorales? Populistas son todos.

Parafraseando al famoso poema de Rubén Darío, se podría decir que “el Gobierno está lento, ¿qué tendrá el Gobierno?”.

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