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Crimen en zona oeste: una plaza vacía por el miedo que dejó el asesinato de un vecino

Este lunes por la tarde el playón ubicado en Manantiales y Lejarza, barrio Avellaneda Oeste, estaba repleto de personas cuando Nelson Miguel Benítez, de 33 años, fue asesinado a balazos mientras estaba sentado en un banco. Un día después ese espacio público quedó absolutamente vacío a pesar del buen clima del martes. Los vecinos aseguran que es por el miedo que dejó en esas calles el crimen todavía cubierto de misterio.

Nelson Benítez estaba sentado con otras personas en uno de los bancos del playón lindero a la cancha del club Defensores de Lima. Un hombre que llegó caminando por Manantiales desde el norte cruzó parte del playón y cuando estuvo a unos pocos metros del grupo comenzó a disparar. De tres tiros al menos dos impactaron en el Chino, como lo apodaban sus allegados, quien cayó herido hacia atrás. Minutos después falleció cuando lo llevaban en un auto particular a un hospital.

En el barrio algunos vecinos sugirieron que el crimen pudo estar relacionado a la venta de drogas, aunque tal vez el conflicto en cuestión no ligaba a la víctima directamente como sí a sus allegados. Otras fuentes indicaron que Benítez había sido allanado, pero no quedó vinculado, en el marco de la causa por un triple crimen ocurrido en febrero pasado a pocas cuadras de donde lo mataron este lunes. En la misma investigación sí fue identificado como organizador de aquel ataque un sobrino suyo, de 15 años al momento del hecho y por lo tanto no punible.

Miedo y plaza vacía

Este martes por la tarde, a la misma hora que el día anterior había sido asesinado Benítez, las dos canchas linderas estaban totalmente vacías. El predio del club Defensores de Lima, piso de tierra, y el playón público de cemento, no fueron ocupados a lo largo de todo el día. Tampoco las hamacas y otros juegos que están en la plazoleta del cruce de Manantiales y Lejarza.

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«Es por el miedo, mis nietas están acá adentro y no las voy a dejar salir hasta dentro de unos días», contó este martes una mujer que vive frente al playón donde ocurrió el crimen. «Estaba muy tranquila la zona, ahora con esto volvió el miedo pero seguro en dos o tres días ya todos se olvidan», contó otra vecina. Consultada acerca del contexto en que pudo haber ocurrido el ataque, argumentó su desconocimiento: «Yo no pregunto nada, trato de no meterme. Hace 30 años que estoy en este barrio y esta es la manera de seguir viviendo acá».

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El lunes a la misma hora, cerca de las 16.30, toda la zona estaba repleta de chicos que aprovechaban las vacaciones de invierno. Los vecinos contaron que Benítez estaba con al menos dos personas sentadas en uno de los bancos pintados con los colores de Newell’s. El tirador apareció caminando y se paró desde unos tres metros de distancia para luego huir en medio del caos. Las personas que estaban con la víctima escaparon a las corridas.

El triple crimen de Villa Banana

«Son asuntos federales. A buen entendedor pocas palabras», deslizó un hombre que tomaba un fernet sentado en la vereda. Una manera de decir que detrás del crimen de Benítez pudo existir un conflicto por la venta de drogas. Se refería a las investigaciones federales, aunque actualmente las causas por microtráfrico cursan en el fuero provincial.

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Un contexto similar apareció en febrero pasado luego del triple crimen ocurrido a pocas cuadras de allí, en Villa Banana. En ese entonces las broncas por la venta de drogas a nivel barrial explicaron el ataque que inició una investigación en la cual Benítez fue allanado aunque no terminó vinculado en la causa. Sí quedó involucrado su sobrino, de 15 años y no punible, sindicado como uno de los organizadores.

Aquel triple crimen se llevó a cabo de una manera muy similar al asesinato de Benítez este lunes. También fue por la tarde y las víctimas fueron acribilladas cuando estaban sentadas en el banco del playón municipal ubicado en Lima al 2700. Damián Soplán, de 43 años, murió en el acto mientras que su pareja Eliana Deasis, de 36 años, y Fabián Soplán, de 25 años, murieron con el paso de las horas. Un joven de 18 años fue imputado como uno de los autores materiales del ataque y otro de 23 años por haber seguido la orden de cometer el crimen que recibió de un preso.

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