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Una preocupante realidad afecta a Mendoza: la organización clandestina de peleas de aves

Una preocupante realidad afecta a Mendoza: la organización clandestina de peleas de aves. Las personas llegan a entrenarlas ya sea para pelear o para capturar otros ejemplares. Tanto de manera “recreativa” o para ganar dinero.

Este tipo de maltrato animal es considerado un delito y representa una responsabilidad penal y una responsabilidad civil, con multas que pueden costar hasta 1.500.000 de pesos.

Según informó el sitio El Sol, dentro de la lista de las veinte aves más secuestradas, el siete cuchillos es el primero. Además, desde el 2012 hasta el 2022, se han rescatado más de 3.500 ejemplares en la provincia, aseguró Adrián Gorrindo, jefe del Departamento de Fauna Silvestre de Mendoza.

Entre las diferentes consecuencias de este tráfico ilegal, aparecen las peleas clandestinas; muchas de ellas detectadas a través de las redes sociales.

«Es un animal territorial y cuando se acostumbra a la jaula, se vuelve territorial en su jaula. Entonces cuando ve a otro de su misma especie lo va a pelear, ya que reclama su espacio, su territorio. Por eso es muy fácil que el animal se enfrente a otro. A eso se le suma el estrés psicológico y físico que sufre en una jaula», explicó Gorrindo.

Las acciones contra el tráfico ilegal

La legislación argentina es clara al respecto. Mendoza adhiere a la Ley 22.421 de Conservación de la Fauna, que prohíbe la captura y el comercio de animales silvestres. La caza de siete cuchillos en la provincia puede implicar multas de hasta 1.500.000 de pesos, además de las posibles acciones penales.

«Según la gravedad del caso, se puede llegar a un juicio», agregó el jefe de Fauna de la vecina provincia.

La detección de estas actividades ilícitas se ha fortalecido con la creación de la Unidad Fiscal de Delitos contra el Medio Ambiente, delitos contra los animales y No Especializados en Mendoza.

De cada 10 aves capturadas y sacadas de su hábitat natural, nueve mueren en el proceso de tráfico y cautiverio. Un porcentaje que visibiliza el sufrimiento detrás de cada ave enjaulada.

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