Recibió un disparo que le cambió la vida y también su carrera para siempre
Tenía todo para brillar en el Mundial de Sudáfrica 2010. Era ídolo en América de México y referente absoluto de la selección paraguaya. Sin embargo, una madrugada cambió el rumbo de su vida para siempre. El “Mariscal” del fútbol guaraní, recibió un disparo en la cabeza en pleno auge de su carrera y desde entonces nada volvió a ser igual.
La madrugada del 25 de enero de 2010, en un bar de la Ciudad de México, fue víctima de un atentado perpetrado por el narcotraficante José Jorge Balderas Garza. La bala nunca fue extraída de su cráneo, y aunque logró sobrevivir contra todo pronóstico, sus sueños deportivos quedaron truncos.
Lo que parecía el final fue solo el comienzo de otra etapa: lejos de las canchas pero más cerca que nunca de la vida, Cabañas eligió reconstruirse y transformar su historia en inspiración.
La dura historia de Salvador Cabañas
Conocido por su potencia física, su liderazgo y su capacidad goleadora, Cabañas venía de ser figura en las eliminatorias y se preparaba para disputar su primer Mundial. Pero el destino le impuso una prueba inesperada. El proyectil le afectó el lóbulo izquierdo, comprometiendo funciones básicas como la memoria y el habla. Lo que siguió fue un largo proceso de recuperación física y emocional.
En 2012 intentó volver al fútbol, pero su cuerpo no respondió como antes. Aunque jugó en equipos de bajo perfil, nunca pudo regresar al nivel profesional que lo había llevado a la élite del continente. Para muchos, su historia fue una tragedia. Para él, una nueva oportunidad.
Su vida después del hecho
Lejos de aislarse, Cabañas eligió reconstruirse desde la empatía y la gratitud. Durante años fue visto trabajando en una panadería familiar, lo que generó especulaciones sobre su situación económica. Sin embargo, él mismo aclaró que lo hacía por elección y no por necesidad, y que mantiene su estabilidad gracias a distintos emprendimientos.
Hoy, con 43 años, brinda charlas motivacionales en distintos países, compartiendo su experiencia de vida, sus aprendizajes y su capacidad para perdonar. “No guardo rencor. Agradezco estar vivo”, dijo en más de una entrevista. Su mensaje no pasa por el fútbol, sino por la capacidad de recomenzar con dignidad y esperanza.
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