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Qué consecuencias pueden tener los aranceles de Trump en Argentina?

Donald Trump decidió patear el tablero mundial imponiendo impuestos a las importaciones estadounidenses para el conjunto del planeta. Su objetivo es revertir el flujo del comercio que venía siendo negativo para el país norteramericano, sobre todo en relación a China a la que considera el principal rival a su dominio imperialista. Es una declaración de guerra comercial con consecuencias impredecibles, pero que nada bueno puede traer a los trabajadores de ningún país y menos aún de Argentina.

Los propios capitalistas no ven con buenos ojos el plan de Trump en el corto plazo, o al menos eso expresaron las bolsas de EEUU este jueves que cayeron hasta un 6 % (y ya venían en caída previendo la suba de aranceles). El temor a una suba de la inflación, por el traslado a precios de los impuestos, y a la retracción de la producción es mayor a la confianza en los beneficios a futuro que traería el “Make America Great Again”.

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El esquema de aranceles, presentado por Trump el miércoles, se aplicará en dos fases: en una primera instancia, impondrá un gravamen base del 10% a todos los países con los que Estados Unidos comercia. En la segunda etapa entrarán las tasas particulares para los estados con los que tiene déficit comercial, destacando el 34% para China, 20% a la Unión Europea, 24% Japón y 46% a Vietnam. Los cuales estuvieron entre los más afectados por las caídas bursátiles de este jueves.

El gobierno de EEUU está cruzado por múltiples contradicciones y es habitual que Trump utilice el método de “golpear para negociar”, por lo que los anuncios podrían verse modificados; como ya lo habían hecho aplazando los aranceles para México y Canadá. Sin embargo, el rumbo hacia una escalada en la tensión comercial parece no tener vuelta atrás.

El impacto en Argentina

Con el Estado sobreendeudado Milei y Caputo están negociando un nuevo acuerdo con el FMI para intentar sostener su plan económico. Necesitan dólares para mantener atrasado el precio del billete verde que están usando como ancla contra la inflación, pero el escenario que abre las medidas de Trump choca de frente con ese objetivo.

Una retracción del comercio mundial implica una baja en las ventas para la gran mayoría de las empresas y por lo tanto una caída de la producción a nivel internacional. Los commodities (productos con poco valor agregado cuyo precio es fijado en los mercados mundiales, como los agropecuarios o el petróleo) tienden a ser los primeros en verse afectados en este tipo de situaciones por la caída de la demanda. Si Milei centra sus esperanzas en el complejo sojero y Vaca Muerta, la caída de los precios harán aún más difícil que estos sectores puedan salvar al Gobierno.

El precio de la soja cayó este jueves 1,45% en Chicago, el mercado de referencia, cotizando alrededor de US$372 la tonelada. Luego del pico de junio de 2022 cuando había llegado a los US$650, ha mantenido una tendencia a la baja que se profundizaría. El WTI (West Texas Intermediate), la variedad norteamericana de petróleo, cayó 7% a US$66,70, incluso aunque la Casa Blanca afirmó que las importaciones de petróleo, gas y productos refinados quedaban exentas de los nuevos gravámenes.

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Además de estas variables generales, es importante el resultado directo de los aranceles en el comercio con EEUU que es el segundo destino de las exportaciones argentinas después de Brasil. Las ventas al país norteamericano rondan los US$6.500 millones anuales, según las cifras del Indec. El principal rubro es “Combustibles y aceites minerales”, seguido por “Aluminio y sus manufacturas” y “Bebidas y líquidos alcohólicos”.

La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro Exportador de Cereales (CEC) afirmaron que las pérdidas por esta vía pueden ser relevantes por esta vía. En un comunicado señalaron: “La Argentina se va a ver severamente afectada por las exportaciones agroindustriales del aceite de soja, dado que ahora pasamos de un arancel del 19% al 29%, y seguramente la carne vacuna, los limones, jugo de limón, el maní, la pasta al maní, el azúcar y muchos otros productos”.

También transmitieron que: “Como CIARA-CEC, impulsamos a que el gobierno inicie negociaciones bilaterales urgentes, aprovechando sobre todo que el presidente Javier Milei tiene una relación amistosa con el presidente Trump para buscar que apliquen rápidamente excepciones y que todo este tipo de derechos adicionales queden eliminados”. Si las negociaciones con el Fondo Monetario están resultando más difíciles de lo que el Gobierno esperaba, las señales para un acuerdo en ese sentido tampoco son muy alentadoras.

Devaluación e inflación: crecen las presiones

Se espera que como respuesta a los aranceles países claves en el intercambio comercial para Argentina, como China y Brasil, continúen devaluando su moneda para compensar las pérdidas. Cuando los Estados bajan el precio de sus monedas buscan abaratar el costo de sus productos en el exterior, compensando el aumento producido por los impuestos en EEUU o ganando terreno en los mercados de otros países.

El esquema cambiario de Milei y Caputo de mantener casi fijo el peso argentino (con el 1% de devaluación mensual) ya estaba en cuestión por las exigencias del Fondo para otorgar un nuevo crédito, pero la depreciación del real y el yuan podría hacerlo aún más insostenible. Argentina perdería competitividad y su balanza comercial se vería fuertemente perjudicada.

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El gobierno nacional se enfrenta a la contradicción de que aplicar una devaluación echaría leña al fuego de la inflación, dejando el eje central de su discurso político sin sustento. El problema real no es monetario o de aranceles, sino el sometimiento a los intereses del imperialismo norteamericano y en particular al pago de la fraudulenta deuda externa. La crisis capitalista que abre la guerra comercial no tiene salida favorable para los trabajadores dentro de las reglas de Trump y el FMI. Si los grandes empresarios se pelean entre ellos en defensa de sus ganancias sin importarles las graves consecuencias sobre la mayoría de la población, es momento de construir una alternativa que ponga la producción en función de las necesidades de los trabajadores.

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